“En este mundo falta humildad y sobra prepotencia”.
Por Lucía Alcolea
Dientes blancos perfectamente alineados, que son el trasfondo de unos labios carnosos. Cejas pobladas cuya sombra cae sobre esos ojos marrones con forma de almendra. Todo en Noé Hernández es suave, como una seda fina que se desliza y acaricia. Y él parece que existe ajeno a todo ese encanto que desprende su figura, en la quietud solitaria de una fotografía. Con 33 años y esos brazos de “policía” que le sirven para ser modelo, se ha hecho un hueco en el mundo de la moda. Habla desde la humildad sobre un mundo donde, dice, “sobra prepotencia”.
-Modelo, residente en Pamplona. ¿Por qué decidió dedicarse al mundo de la moda?
-En realidad mi profesión es la de policía, pero como lo puedo compaginar, hace dos años y medio decidí probar con lo de ser modelo. Tengo 33 años y mi trabajo me permite hacer algunas cosillas, aunque mi sustento principal es como policía.
-Dos profesiones muy alejadas la una de la otra
-La verdad es que sí. Si no me metí antes a lo de modelo, a pesar de que me lo habían propuesto, fue porque choca un poco, y no es que esté mal visto dentro de la policía, pero con los compañeros da más reparo y no termina de encajar del todo. Ya llevo casi diez años como policía y hace un par de años di el salto con lo de modelo a través de la hermana de una compañera, que tiene una agencia en Pamplona. Decidí animarte y me lo tomo como un hobby, porque me gusta.
-Su sustento principal es el de policía, pero ¿se puede vivir de ser solamente modelo?
-Es complicado, porque no se paga muy bien. Tienes que tener mucha suerte o que te contrate alguna firma importante, o quizá con algún anuncio, pero esto es como que te toque la lotería, pan para hoy y hambre para mañana. Además hay muchos chicos muy guapos, tanto dentro como fuera de España. Que te paguen bien es difícil y solo lo hacen las marcas importantes.
-¿Qué hay que tener? Aparte de una belleza evidente.
-Desde mi punto de vista, humildad. En este mundo falta mucho de eso y sobra la soberbia y la prepotencia. Esa es la parte negativa. Es algo que nunca me ha gustado en las personas. Tiene que gustarte y sentir algo que te enganche al mundo de la moda, lograr que la gente se fije en ti y en las prendas que llevas, que vean tu trabajo y les guste. Que piensen que tienes algo que atrae y gana.
-¿Dedica muchas horas al cultivo de su cuerpo?
-Las mismas que si no me dedicara al mundo de la imagen, porque me gusta entrenar y verme bien. Si tengo la suerte de poder trabajar y ganar algo con mi imagen, genial, pero aunque no tuviera este trabajo de modelo, seguiría cuidándome igual. La gente que se cuida normalmente se siente bien así y si además lo puedes rentabilizar, pues bienvenido sea ¿no?
-Pero usted además es muy guapo
-Yo no diría tanto. No me considero nada de eso. Soy normal, del montón, pero quizá doy bien a cámara y los fotógrafos me sacan el lado bueno (se ríe). Soy uno más, pero hay que hacerse fotos, porque de esa forma aprendes a posar y a salir bien. A base de hacer trabajos. Luego peinarte, arreglarte y la ropa que lleves, eso ya va con cada uno.
-¿Ha tenido que decir que no a algo en este trabajo?
-Como lo veo como un hobby, solo me permito coger los trabajos que me gustan. No me interesa nada más. No me importa si no me vuelven a llamar. Procuro disfrutar cada trabajo, pasármelo bien y tampoco tengo grandes expectativas en esto. Hacer cosas bonitas.
-Tiene 33 años ¿hay límite de edad para trabajar como modelo?
-Hay agencias o empresas que buscan perfiles determinados y existe un grueso de ofertas enfocadas a gente joven, pero siempre hay un mercado para un perfil de gente más madura. Depende de qué negocios estemos hablando, se cogen modelos de todo tipo, más o menos guapos y también más o menos maduros. La mayoría de la gente con la que trabajo tiene entre 19 y 23 años. Trabajo con chicos a los que les saco diez años y a cámara apenas se aprecia esa diferencia de edad.
-¿Cuáles son las ventajas de trabajar en el mundo de la moda?
-Al final a nadie le amarga un dulce ni le disgusta salir en una publicación o red social y que le piropeen. En Instagram, la gente subimos las fotos para que nos vean y si nos echan algún piropo, pues mejor. Es lo bonito quizá. Yo lo hago porque el día de mañana tendré esas experiencias y me gustará haberlas vivido. Me lo paso muy bien y el día que deje de disfrutar, dejaré de trabajar como modelo. Para vivir y tener una vida normal, como la que tengo, no me hace falta tampoco. El lado bueno es que me divierto.
-¿Tiene mucha actividad en redes sociales?
-Bueno. Llevo usando Instagram, por ejemplo, menos de un año y sí que suelo subir bastantes publicaciones, sobre todo por el tema de agencias, porque, aunque parezca mentira, a través de las redes puedes enterarte de muchos trabajos.
-¿Cuál es su ‘outfit’ ideal?
-Soy bastante clásico. Me gustan mucho las americanas, las camisas y los linos, con zapatos de todo tipo, pero soy más de vestir elegante, entrecomillas, que de sport. Me gusta arreglarme bastante y me veo mejor así. El ochenta por ciento de la gente va de sport y a mí me gusta ser un poquito diferente.